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Consejos para una buena salud emocional

En algún momento de la vida aparecen disgustos, decepciones, problemas afectivos, angustia o depresión. Los casos crónicos que alteran las emociones de las personas en forma continua y constante, deben ser tratados por el médico o especialista (siquiatra o sicólogo). Los que aparecen en forma momentánea y luego de resueltos se difuman, sólo requieren de algunas actitudes para sobreponerse a ellos.

Evaluación y apoyo

Cuando surge un problema que afecta la buena salud emocional lo primero que se debe hacer es un reconocimiento del mismo. Aceptar que algo a alguien altera nuestros sentimientos y emociones es el inicio de una mejoría. Mientras no se reconozca el origen de esos sentimientos frustrantes, no hay solución posible. Algunas personas necesitan ayuda profesional o religiosa para esta evaluación y reconocimiento. Conversarlo con un sicólogo o un sacerdote de confianza depende de la elección personal, de acuerdo al grado de confianza y diálogo que se tenga con él. Otras prefieren la meditación y el análisis en solitario, en forma personal e individual. Sea cual fuere la forma de llegar a la causa del malestar emocional, es necesario saberlo.

No a la soledad

La soledad es un estado de aislamiento de la persona, que no tiene que ver específicamente con vivir o estar solo. En ocasiones es posible sentirse embargado de un sentimiento de soledad aún cuando se está rodeado por otras personas. En el sentido opuesto, una persona que vive sola puede sentirse a gusto y no verse afectado emocionalmente. Para mantener una buena salud mental y emocional es imprescindible no sentirse aislado, discriminado ni dejado de lado. Propiciar el acercamiento con los demás a través de encuentros, charlas, comunicaciones online, llamadas telefónicas, visitas, diálogo en los lugares de estudio o trabajo, afecta favorablemente la salud emocional.

El desahogo

Todos los seres humanos pasan por momentos depresivos o de tristeza; es parte de la condición humana. Cuando esas circunstancias ocurren, lo que puede darse con mayor o menor frecuencia de acuerdo al carácter y personalidad de cada uno, es fundamental permitirse el desahogo. Algunas personas necesitan llorar, otras gritan, algunas salen a correr o caminar, lo que es muy beneficioso porque el ejercicio físico estimula la segregación de hormonas que tienen que ver con los estados emocionales positivos. El llanto y el desahogo, sea cual fuere, son la cura para los dolores del alma. Después de la liberación de las emociones negativas viene la calma y, poco a poco, se recupera el buen humor, la alegría y el bienestar mental y emocional. No hay que forzar la cura del dolor emocional. Hay que dar tiempo a que el duelo se cumpla, para luego volver a sonreír.

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