Tres pasos para ejecutar productivamente una refinanciación de préstamos
Antes las entidades financieras eran reacias a refinanciar un préstamo, pero con el estallido de la crisis económica éste mecanismo se ha convertido en algo usual, especialmente si se enmarca dentro de la llamada reunificación de créditos. De seguidas se señalan los pasos necesarios para que este proceso sea lo más productivo posible.
Refinanciar un único préstamo
Si lo que se desea es refinanciar un sólo préstamo -normalmente la hipoteca sobre nuestra vivienda habitual- hay dos opciones: o negociar con el banco que ha otorgado el préstamo o acudir a otro. Si se tiene un buen registro de pagos anteriores y un trabajo estable, conseguir mejores condiciones en otra institución bancaria será algo bastante sencillo, es más, la institución financiera originalmente acreedora seguramente ofrecerá igualar las condiciones ofrecidas por el nuevo banco. Si se afrontan problemas de liquidez o no se pueden justificar adecuadamente los ingresos, no queda otro remedio que negociar con el banco acreedor original. La carta de negociación es precisamente la disminución de los ingresos del cliente, que no le permiten afrontar la cuota originalmente pactada.
Qué comprende la refinanciación
El refinanciamiento normalmente incluye ampliar el plazo de pago del préstamo y que el banco conceda un plazo (36 a 48 meses) de carencia de capital, es decir, que sólo se cancelarán intereses durante ese tiempo, con lo que la cuota mensual baja. En casos excepcionales, algunos bancos incluso conceden un préstamo personal para pagar parte de la cuota durante los siguientes primeros años. El refinanciamiento no es gratuito, sin embargo. Tiene asociado los gastos de notaría, registro, algunas comisiones que puede cargar el banco, y posiblemente aumente ligeramente la tasa de interés. Tales gastos se incluyen dentro del préstamo refinanciado, de forma que no hay erogaciones por parte del deudor.
Reunificación de deudas
El refinanciamiento es más común en el caso de reunificación de deudas, que consiste en agrupar todos los préstamos de un deudor en uno sólo -normalmente la hipoteca- con un plazo de pago más amplio, de forma que la nueva cuota mensual única es menor que la suma de las cuotas de los préstamos antes de la consolidación. En estos casos, es importante sacar bien las cuentas. Por ejemplo, no vale la pena reunificar deudas que tienen un monto muy bajo, pues la reunificación también tiene costes (notaría, registro, impuestos, seguros y comisiones) que pueden alcanzar hasta el 10 por ciento del monto refinanciado. Tampoco conviene reunificar deudas a las que les falte poco tiempo para terminar de pagarles, pues con la reunificación su plazo se extiende y se terminará pagando mucho más de intereses innecesariamente. Una vez hechas las cuentas, el procedimiento a seguir es básicamente el mismo que para refinanciar un préstamo individual.