Tres razones para aplicar una correcta prevención en riesgo laboral en la empresa

En los últimos años, las empresas se han visto obligadas a desarrollar un importante trabajo en el ámbito de la prevención de riesgos laborales: evaluaciones de riesgos, planes de prevención y de emergencia, acciones formativas o vigilancia de la salud de los trabajadores son sólo algunos ejemplos. Pero, ¿cuáles son las razones que justifican todo este esfuerzo?

Los mínimos legales son importantes...

En primer lugar, es necesario hacer mención de las exigencias legales a las que hay que dar respuesta. La ley 31/95, de prevención de riesgos laborales, supuso en este sentido un antes y un después. Aunque ya existía normativa al respecto (por ejemplo, es muy conocida la Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el Trabajo del año 1971), la citada ley estableció un rango de obligaciones mucho más completo y exhaustivo y, sobre todo, una serie de sanciones que pueden ir hasta los más de 800.000 euros. Por lo tanto, el cumplimiento de la legalidad es una importante razón.

... pero no es lo único

Argumentar que “la ley lo exige” no suele ser muy efectivo: si la empresa no está realmente convencida, como mucho se limitará a un cumplimiento formal: tendrá la documentación preventiva, pero no habrá llevado a cabo una prevención realmente eficaz e integrada.
Por eso son especialmente importantes las dos cuestiones siguientes: - La mejora de las condiciones de seguridad y salud redunda también en una mejoría de los niveles de desempeño y de la productividad, ya que disminuyen los errores, aumenta el trabajo de calidad y se reduce el absentismo. - Además, tampoco debe olvidarse que una gestión eficaz de la prevención de riesgos ayuda a que la organización ofrezca una imagen, tanto interna como externa, mucho más positiva. La mala publicidad que dan los accidentes, sobre todo si son graves o mortales, puede ser muy dañina para la reputación de la empresa. Con todo, es obvio que la prevención de riesgos debe enfocarse con las garantías suficientes de racionalidad, adaptándose a la realidad de cada organización y ofreciendo mejorías desde dentro y acorde con la propia cultura de la empresa. No existen soluciones universales, sino respuestas específicas y a la medida de cada caso.